Bruno Bonini
Una vida por Alfa Romeo



Bruno Bonini con Elvira Ruocco


Bruno Bonini, probador de Alfa Romeo desde finales de los años 30, por su sensibilidad y capacidades técnicas dignas de un piloto, tenía la responsabilidad de probar la mayor parte de los coches Alfa Romeo fabricados en la posguerra.
Bonini era “hijo del arte”. Su padre, Piero, había entrado en Alfa en 1916, adjunto a los motores de compresión. Después de la guerra pasó al departamento de montaje, y en 1923 al de pruebaso, primero con Giuseppe Campari y después con Attilio Marinoni. Se convierte en “mecánico de carreras” con todos los más famosos campeones: Ascari, Nuvolari, Sivocci, Varzi. Entre los distintos encargos que la empresa le confió, uno de ellos fue el de entregar los coches a los personajes importantes. Le entregó uno a Gabriele D’Annunzio que se lo agradeció con un broche de oro, la famosa tortuga que regaló también a Tazio Nuvolari y que se convirtió en su amuleto de la suerte.
Pero volvamos a Bruno. A primeros de los años cincuenta sigue a Manuel Fangio en las carreras de Formula Uno y fue también piloto en la Carrera Panamericana en Méjico, en la Mille Miglia y en las pruebas de montaña con los automóviles 6C 2500 y 1900.
Después de haber trabajado una vida entera para Alfa, Bruno Bonini continuó su colaboración en el Museo, conservador del Registro Italiano Alfa Romeo y director deportivo de la Scuderia del Portello con la cual continuó corriendo en las pruebas de autos históricos.
Es justo durante una prueba de las Seis Horas de Francorchamps de 1994, Bonini pierde la vida a bordo de una Giulia GTA. tenía setenta y un años.


Elvira Ruocco

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